Abuelito Manuel Tomán


Este post está dedicado al abuelito de mi Bernardo, añadiré un escrito hecho por él. Y es que este año lo hemos empezado muy tristemente.
Yo quería dejar un pequeño homenaje a Manuel Tomán en mi blog. He decidido añadir esta preciosa carta que le han publicado en la revista “Radio de Papel”, de su pueblo, Lora del Río. Y es que en ella lo dice todo.
Queríamos dar las gracias a todas esas personas que la han leído y han felicitado a la familia. Nos emociona ver que a Manuel se le quería muchísimo. Gracias a tod@s.

*Ya despedimos al abuelo, ya encontró la paz que tanto anhelaba. Por fin su cuerpo, y sobre todo su mente, han desconectado de esta vida terrenal que tan amarga factura le hizo pagar en sus últimos años. Algunos pensarán que se fue por la puerta de atrás, que eligió el camino fácil… Lo cierto es que, para un vivir tan cuesta arriba como el que llevaba, cualquier atajo que se presentara en su mente sería bien recibido. Mi abuelo eligió la senda de la cuerda, pasó de largo los interminables trayectos plagados de sillas, sillones y camas que querían compartir con él el resto de sus días y optó por conocer a la “pálida dama” un poco antes de su hora,… No era mi abuelo hombre de hacer esperar a nadie y, puntual como siempre, recogió a su triste compañera de viaje mucho antes de que empezara el baile.

No fue su existencia un camino de rosas. Le tocó vivir tiempos difíciles, épocas donde los grandes hombres como él se forjaban día a día, donde los golpes de suerte estaban ausentes y el sudor de la frente era el único testigo del pan que llegaba a casa.
Mi abuelo formó parte de una generación que, a día de hoy, se ve lejana en el tiempo, con principios y actitudes regidas siempre por el esfuerzo diario, la humildad y la rectitud. Personas que llevan su vida grabada en los surcos de las manos, dejándolo presente cuando, al saludarte, notas las sensaciones ásperas y firmes que transmiten. Se podría decir que estaba “Chapado a la Antigua” pero, allí donde a algunos se le oxida la “chapa” con las primeras lluvias, la suya aguantó siempre radiante y enlucida.

La vida de mi abuelo estuvo por siempre vinculada, para lo bueno y para lo malo, al calerín,… Donde termina la Roda, al cruzar la carretera, se accede a su camino; el que conduce directamente al río,… bajando la cuesta, a mitad del trayecto, se llega a un gran portón cerrado y, frente a él , se puede ver lo que queda del negocio. Lo que antes era la exposición de sanitarios, la oficina, el cuarto de baño,… ahora está reducido a escombros, derrumbado,… sigue siendo testigo de lo que un día fue, pero la cuenta atrás del tiempo hace que desaparezca poco a poco,… creo que esta es la mejor imagen para entender como se sentía mi abuelo por dentro. Pienso que se llegó a involucrar tanto en su trabajo, con una pasión y una dedicación tan grandes, que al final, el calerín y el alma de mi abuelo empezaron a morir el mismo día.

En la vida, desgraciadamente, hay gente de todas las calañas. La condición humana es caprichosa y el linaje, a veces, te juega malas pasadas. Don Manuel Tomán tuvo la desgracia de compartir sangre con personas de otro pelaje, de otra índole, con una naturaleza radicalmente opuesta a la suya. Seres de baja calidad humana, vendidos al placer de la vanidad, presuntuosos egoístas capaces de morder la mano que te ha dado de comer, de engatusar con palabrería de vodevil. Fanfarrones acaparadores de lo ajeno. Traidores de baja estofa que con sus besos de Judas, babeantes de ambición, vendieron a mi abuelo condenándole a una larga pasión y posterior muerte.
Que MAjadero Y que PEsetero hay que ser para engañar a un viejo!.

Desde ese momento hasta el final de su vida, jamás volvió a disfrutar de una tregua mental, jamás dejó de reinar en su cabeza el complejo de culpa que se siente al ser engañado como un niño. Una nube negra se instaló sobre él, el fantasma de la depresión llamó a su puerta insistentemente y, tal y como era mi abuelo, no lo iba a dejar fuera pasando frío. Con las ganas de vivir lapidadas y en pos de una batalla perdida contra la avaricia, se fue deteriorando poco a poco. Su mente tejía una y otra vez la misma historia, esa que contaba a todo el mundo, la que le obsesionaba,.… Y un día, mi abuelo decidió largarse de aquí. Pensó que ya había hecho lo suficiente, que lo que le tenía la vida preparado no iba con él,… Esa mañana se levantó, se miró por última vez al espejo y no le gustó lo que vió debajo de la gorra,... su eterna gorra,… la que antiguamente se quitaba para secarse el sudor en una pausa del trabajo, la que le acompañó a lo largo de toda su andadura,… ahora, alojaba bajo su tela a un triste hombre, envejecido, apuñalado en el alma cientos de veces, con los ojos brillantes y el cuerpo cada vez más incapacitado,… No!, no era ese el hombre que quería ser,… y ningún espejo le iba a vomitar a la cara una imagen tan diferente de él mismo… Así que tomó una decisión largamente meditada durante años.
No justifico lo que hizo, pero algo en mi interior hace que lo entienda,…Creo que a una persona que continuamente ayudó a los demás, siempre dispuesto, trabajando y regalando el fruto de su esfuerzo, dando consejos, preocupándose por nuestro bienestar,… no se le puede cuestionar que haya pensado por una vez en sí mismo. Lástima que este acto de egoísmo tenga como consecuencia el no poder disfrutar más de él.

En su entierro oí la frase de una señora que decía,.. “Pobre hombre, tenía un corazón de oro!” ....No señora, no, el corazón de mi abuelo no era de oro, ni mucho menos!,... para que querría mi abuelo el oro?, para que se lo arrancaran del pecho?. El corazón de mi abuelo estaba forjado de los materiales que más apreciaba en este mundo,… era de madera, de ladrillo, de piedra y de yeso, de cal y agua, de cañerías, tubos y vigas,… los grifos, las tuercas y los tornillos jugaban con su sangre y le insuflaban la vida necesaria… ese era el corazón de mi abuelo y ese sería el único corazón que le hubiera gustado tener.

Ahora su cuerpo descansa con su fiel hermano Pepe, los dos juntos,…. en el cielo y en la tierra.

Gracias por todo abuelo. Nos vemos pronto,... Por aquí abajo no te olvidamos.